Pensar Como Parteras

Siento una fascinación tan especial por el quehacer de las parteras o comadronas que me he dedicado a aprender, cada vez más, acerca de cómo hacen lo que hacen. Un par de años atrás resumí algunos de mis aprendizajes en el artículo “Líderes Parteras”, en el que a partir del uso metafórico del arte de la partera hago referencia a un estilo de liderazgo válido también para los profesores, coaches y todos aquellos que trabajamos con personas. Hoy, más que sus acciones, quiero entender sus paradigmas.

Ser como parteras para nuestros equipos de trabajo, alumnos, coachees, pacientes y quizás hasta de los hijos, supone instalar nuevas creencias, entre las que me gustaría destacar:

  • Compromiso con el desarrollo de los otros. Esto significa apoyarlos a ser la mejor versión de ellos mismos y no mi mejor proyección. Del mismo modo que la partera apoyará a la madre a dar a luz al bebé que ella trae dentro y no al que ella quisiera ver nacer.

  • Potencialidad antes que realidad. Mirar lo que el otro puede llegar a ser, más allá de su desempeño actual, tal como la partera es capaz de visualizar el alumbramiento antes de que ocurra.

  • El futuro como espacio diseño. No existe tal como como “un futuro” sino múltiples futuros posibles. Hay distintas formas de traer un niño al mundo, no una única y mejor.

  • Los planes no son lineales sino sistémicos. El plan de desarrollo del otro no es una ruta fija sino que se va enriqueciendo y ajustando. La partera no aplica un procedimiento inmutable sino que va ajustándose a la particularidad y evolución del parto.

  • El cambio es siempre una elección personal. Así como no es posible hacer parir a quien no está preñado, cuando una persona u una organización no quieren, no habrá partera que valga.

  • El dueño del resultado es el otro. Tal como la partera sabe que por más experiencia que tenga y por mucho que sepa de parto, ella nunca podrá parir por la madre, acá se trata de generar contextos reflexivos para el otro construya su propio aprendizaje significativo que es distinto de instruir o enseñar.

  • No es posible intervenir un mundo que no se conoce. La partera se prepara, conoce a la parturienta en profundidad, lo que le permite anticipar cómo será ese parto y en cuáles recursos apoyarse. De igual forma cuando quiero apoyar el desarrollo del otro, me Intereso genuinamente por él: dónde y cómo vive, qué lo hace feliz, sus preocupaciones, su entorno social y familiar, sus sueños y las angustias de su alma.

  • La conexión con el otro solo es posible desde la presencia. La partera se entrega totalmente a su labor, en un estado de conexión y presencia absolutos; cualquier distracción podría poner en peligro la vida de la madre y el bebé. Así mismo estamos presentes aquí y ahora física, mental, emocional y espiritualmente. Desde la conexión consciente conmigo mismo puedo aparecer para el otro.

Confiar en el proceso. La partera jamás piensa en el resultado, si ella y la madre hacen lo indicado habrá parto. Cuando se hacen las cosas correctas los resultados se dan solos. Si invertimos tiempo de calidad en conocer al otro, suspendemos nuestros juicios y expectativas personales, y lo acompañamos amorosamente, seguramente emergerá un mejor ser humano.

  • El protagonista es el otro. La recompensa de la partera es la satisfacción de haber facilitado el proceso de sacar de la madre lo mejor que ella tenía dentro de sí. Ella no espera reconocimientos especiales, sabe que no los tendrá. Es el momento de la retirada: los protagonistas son ahora madre e hijo. Del mismo modo, quienes aspiramos apoyar a otros a ser su mejor versión invertimos tiempo en nuestro desarrollo personal y en domesticar nuestro sentido de auto importancia. El fin es que el otro sea autónomo y hacernos a un lado permitiendo que el otro brille.

Estoy convencida que estamos asistiendo al parto de un mundo nuevo, uno que aún no terminamos de entender y para el cual será necesario desarrollar nuevas comprensiones y habilidades. Ese espíritu de parteras cotidianas de los otros al que quiero convocar, puede ser un aporte amoroso para las futuras generaciones.

Arianna Martínez Fico
arianna.mf@gmail.com

Categorías: Psicología